En todo el planeta sufren desnutrición 925 millones de personas, esto es, poco menos que 15 por ciento de la población mundial. Irónicamente, los esfuerzos de Washington para aliviar el hambre deberían enfocarse en sus propios habitantes, señalan algunos analistas.
El Departamento de Agricultura estimó la semana pasada que 49 millones de los 304 millones de estadounidenses, entre ellos 17 millones de niños y niñas, carecieron de alimentación adecuada en algún momento de 2009. El número de los hogares con “inseguridad alimentaria” en Estados Unidos se disparó en 2008 debido a la crisis económica, y no disminuyó en 2009.
Para afrontar este problema persistente, el gobierno cuenta con programas de nutrición, que se expandieron ante la crisis económica y parecen haber funcionado en el último par de años. Pese a que el desempleo pasó a afectar de nueve millones a más de 14 millones de estadounidenses entre 2008 y 2009, la inseguridad alimentaria no se incrementó, destacó Kevin Concannon, subsecretario para Alimentación, Nutrición y Servicios al Consumidor.
Esos números demuestran “la experiencia en todo el país de que los 15 programas federales de asistencia a la nutrición en efecto están logrando sus objetivos, esto es, responder a la gente. Hemos visto la fortaleza de esos planes en acción”, señaló.
Pero ahora, cuando Washington busca reducir su déficit fiscal, estas campañas de nutrición se ven amenazadas. Por ejemplo, el Programa de Asistencia para la Nutrición Suplementaria, antes llamado Programa de Cupones de Alimentos, está sufriendo recortes del gobierno federal. Algunos de esos recortes se deben a una redistribución de fondos para diferentes programas alimentarios, pero otros simplemente son parte de un cambio en la agenda política.
En vísperas de las elecciones legislativas a comienzos de este mes, tanto el gobernante Partido Demócrata como el opositor Partido Republicano “estaban convencidos de que cualquier discusión relacionada con la pobreza ahuyentaría a los votantes de clase media”, explicó el director ejecutivo de la Coalición contra el Hambre en Nueva York, Joel Berg. Esos votantes “ignoran la realidad de decenas de millones de estadounidenses, antes sólidamente ubicados en la clase media, que fueron arrastrados al borde de la pobreza y el hambre”, añadió.
Mientras, sigue sin aprobarse en el Congreso legislativo la renovación de la Ley de Nutrición Infantil, que destina fondos a programas alimenticios en escuelas. El presidente Barack Obama llamó a invertir 400 millones de dólares en un mejor acceso a alimentos frescos y sanos en barrios pobres, a veces llamados “desiertos de comida” debido a que las únicas opciones para sus habitantes son la comida rápida o la comida de conveniencia (platos pre-elaborados), con altos niveles de grasas saturadas.
Si el hambre no puede ser eliminada en Estados Unidos, el país más rico del mundo, las perspectivas en el resto del mundo son desalentadoras. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) señaló que un total de 925 millones de personas sufrirán hambre crónica este año, poco menos de los 1.000 millones del año pasado pero aún el segundo récord más alto en la historia.
No obstante, un informe divulgado el lunes por la organización no gubernamental Pan para el Mundo aseguró que se pueden lograr progresos contra este problema, y consideró de vital importancia la iniciativa estadounidense Alimentar el Futuro. Ese programa canalizará 3.500 millones de dólares durante los próximos tres años en asistencia al desarrollo internacional, con atención especial a la agricultura. La iniciativa podría revertir lo que Rajiv Shah, administrador de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), llama “décadas de desatención al desarrollo impulsado por la agricultura”. Shah calificó al programa como la más importante estrategia de desarrollo presentada por Washington en 50 años.
El informe de Pan para el Mundo “acertadamente nos recuerda que, para atacar las raíces del hambre y de la desnutrición, necesitamos invertir en la pequeña agricultura y concentrarnos en integrar la nutrición y el desarrollo agrícola a través de un enfoque liderado por el país” en cuestión, dijo el lunes el funcionario. El renovado interés de Washington en la seguridad alimentaria mundial sería una respuesta a la crisis de los precios de los alimentos sufrida entre 2007 y 2008, luego de la cual muchos gobiernos se dieron cuenta de que habían desatendido a su sector agrícola. “La crisis de los precios fue un llamado de alerta. Inició un nuevo diálogo mundial sobre el hambre, la desnutrición y la seguridad alimentaria”, afirmó Asma Lateef, directora de Pan para el Mundo. “Dos años después, bajo el liderazgo de Estados Unidos, existe un renovado interés en la pequeña agricultura y en revertir décadas de olvido, justo cuando entramos en otro periodo de aumento de precios”, añadió.
La ONU indicó que dos tercios de los hambrientos del mundo habitan en apenas siete países, pero que existen bolsones de desnutrición en todos lados, incluso en Estados Unidos.
(Tomado de Periodismo Humano)
Para afrontar este problema persistente, el gobierno cuenta con programas de nutrición, que se expandieron ante la crisis económica y parecen haber funcionado en el último par de años. Pese a que el desempleo pasó a afectar de nueve millones a más de 14 millones de estadounidenses entre 2008 y 2009, la inseguridad alimentaria no se incrementó, destacó Kevin Concannon, subsecretario para Alimentación, Nutrición y Servicios al Consumidor.
Esos números demuestran “la experiencia en todo el país de que los 15 programas federales de asistencia a la nutrición en efecto están logrando sus objetivos, esto es, responder a la gente. Hemos visto la fortaleza de esos planes en acción”, señaló.
Pero ahora, cuando Washington busca reducir su déficit fiscal, estas campañas de nutrición se ven amenazadas. Por ejemplo, el Programa de Asistencia para la Nutrición Suplementaria, antes llamado Programa de Cupones de Alimentos, está sufriendo recortes del gobierno federal. Algunos de esos recortes se deben a una redistribución de fondos para diferentes programas alimentarios, pero otros simplemente son parte de un cambio en la agenda política.
En vísperas de las elecciones legislativas a comienzos de este mes, tanto el gobernante Partido Demócrata como el opositor Partido Republicano “estaban convencidos de que cualquier discusión relacionada con la pobreza ahuyentaría a los votantes de clase media”, explicó el director ejecutivo de la Coalición contra el Hambre en Nueva York, Joel Berg. Esos votantes “ignoran la realidad de decenas de millones de estadounidenses, antes sólidamente ubicados en la clase media, que fueron arrastrados al borde de la pobreza y el hambre”, añadió.
Mientras, sigue sin aprobarse en el Congreso legislativo la renovación de la Ley de Nutrición Infantil, que destina fondos a programas alimenticios en escuelas. El presidente Barack Obama llamó a invertir 400 millones de dólares en un mejor acceso a alimentos frescos y sanos en barrios pobres, a veces llamados “desiertos de comida” debido a que las únicas opciones para sus habitantes son la comida rápida o la comida de conveniencia (platos pre-elaborados), con altos niveles de grasas saturadas.
Si el hambre no puede ser eliminada en Estados Unidos, el país más rico del mundo, las perspectivas en el resto del mundo son desalentadoras. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) señaló que un total de 925 millones de personas sufrirán hambre crónica este año, poco menos de los 1.000 millones del año pasado pero aún el segundo récord más alto en la historia.
No obstante, un informe divulgado el lunes por la organización no gubernamental Pan para el Mundo aseguró que se pueden lograr progresos contra este problema, y consideró de vital importancia la iniciativa estadounidense Alimentar el Futuro. Ese programa canalizará 3.500 millones de dólares durante los próximos tres años en asistencia al desarrollo internacional, con atención especial a la agricultura. La iniciativa podría revertir lo que Rajiv Shah, administrador de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), llama “décadas de desatención al desarrollo impulsado por la agricultura”. Shah calificó al programa como la más importante estrategia de desarrollo presentada por Washington en 50 años.
El informe de Pan para el Mundo “acertadamente nos recuerda que, para atacar las raíces del hambre y de la desnutrición, necesitamos invertir en la pequeña agricultura y concentrarnos en integrar la nutrición y el desarrollo agrícola a través de un enfoque liderado por el país” en cuestión, dijo el lunes el funcionario. El renovado interés de Washington en la seguridad alimentaria mundial sería una respuesta a la crisis de los precios de los alimentos sufrida entre 2007 y 2008, luego de la cual muchos gobiernos se dieron cuenta de que habían desatendido a su sector agrícola. “La crisis de los precios fue un llamado de alerta. Inició un nuevo diálogo mundial sobre el hambre, la desnutrición y la seguridad alimentaria”, afirmó Asma Lateef, directora de Pan para el Mundo. “Dos años después, bajo el liderazgo de Estados Unidos, existe un renovado interés en la pequeña agricultura y en revertir décadas de olvido, justo cuando entramos en otro periodo de aumento de precios”, añadió.
La ONU indicó que dos tercios de los hambrientos del mundo habitan en apenas siete países, pero que existen bolsones de desnutrición en todos lados, incluso en Estados Unidos.
(Tomado de Periodismo Humano)
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