El decreto presidencial por medio del cual se acaba con las 33 corporaciones autónomas regionales, se constituye en verdadera “puñalada trapera” al medio ambiente y un aval expreso a la minería a gran escala liderada por transnacionales como la Anglo Gold Ashanti.
De esta manera, el presidente de la república Juan Manuel Santos Calderón, entrega los recursos naturales de Colombia a estas transnacionales, sacrificando el medio ambiente y por supuesto, la soberanía nacional, la dignidad de la patria y el presente – futuro de la sociedad colombiana y la humanidad en general.
El empeño descarado del neoliberalismo de cambiar a raja tabla la vocación agrícola del campesino por la minera, se abre paso, colocando en entre dicho todo cuanto sabe hacer el campesino hasta ahora como es cultivar la tierra y llevar alimento fresco a las grandes urbes, aún sin el apoyo del Estado.
Si bien es cierto, estas corporaciones eran nidos de presunta corrupción y politiquería de oficio, había una mínima defensa de parques, ríos, cuencas hidrográficas, flora y fauna. Por ejemplo, la Corporación Autónoma Regional del Tolima, CORTOLIMA, venía haciendo seria oposición al desalmado propósito de Anglo Gold Ashanti de acabar con el parque natural de Cajamarca, so pretexto de robarse el oro de la mina La Colosa.
Esa piedra en el zapato que se había constituido esta Corporación para dicha leonina transnacional, es castigada de un plumazo, abriendo el camino a la monstruosa transnacional para hacer y deshacer sin que nadie le haga oposición.
Los ambientalistas en el Tolima, sorprendidos con semejante determinación, tienen el deber de hacer causa común para denunciar nacional e internacionalmente semejante ex abrupto y convocar movilizaciones, en todo el Tolima, pero también en toda Colombia. Se amenaza de muerte a la madre naturaleza, pero también a la humanidad. Iniciativa gubernamental de “unión nacional” aumenta la desertificación y aumenta la miseria y el desempleo.
Con qué cinismo sale el presidente del partido de la U, el senador Juan Lozano, a justificar lo injustificable, afirmando que era una iniciativa que él había acariciado siendo ministro del medio ambiente pero que las condiciones no se habían dado, como en cambio, sí se están dando ahora. ¿Qué demuestra eso? Que Santos es la continuidad de la política de Uribe y ésta sigue siendo tan letal para el pueblo y el medio ambiente como la desarrollada por el “señor de las sombras”.
Ahora, el problema no es exclusivamente de los ambientalistas. Nadie puede considerarse por fuera de esta dura y dramática realidad. Por eso, todos, sin excepción estamos en la obligación de dimensionar el problema y asumir una posición consecuente, digna, patriótica, pero sobre todo humana, por cuanto de por medio está la vida, el don más preciado que nos ha dado la evolución.
Tampoco es un tema ajeno a la política. Todo lo contrario. Por eso, debemos desenmascarar los partidos de derecha que comulgan y apoyan esas tétricas medidas. Hay que apoyar los partidos consecuentes con la vida y el medio ambiente, como el Polo Democrático Alternativo y el Partido Comunista Colombiano. Apoyar a los candidatos consecuentes con el pueblo, abrir debates en las veredas, en los barrios, en los pueblos y proponer salidas unitarias y consecuentes. Quizás, no sea demasiado tarde.
Ibagué, enero 20 de 2011
No hay comentarios:
Publicar un comentario