*Hace 23 años, el 24 de noviembre de 1987, tres sicarios asaltaron la sede política de esta organización en Medellín, integrante de la UP, masacrando a seis militantes en una de las peores masacres que recuerde la ciudad.
Noviembre de 1987 fue quizá el mes más duro para la Unión Patriótica en ese año. Habiendo nacido en junio de 1985, ya sumaban más de un millar los muertos en sus filas, víctimas del sicariato. Pero ese noviembre sobrepasó todos los límites: más de 60 cuadros y militantes asesinados.
Mes y medio antes, el 11 de octubre, había sido asesinado el presidente de la Unión Patriótica, Jaime Pardo Leal en las cercanías de Bogotá.
Y en ese cuadro de zozobra para el país, la masacre de la casa de la JUCO en Medellín.
El 24 de noviembre, a las 4:15 de la tarde, tres hombres armados, aprovechando que los policías de guardia extrañamente salieron a "tomar tinto", como relatarían en la investigación, asaltaron las oficinas de la Juventud Comunista.
Con revólveres y ametralladoras, una vez accedieron al edificio esquinero de tres niveles que ocupaba la organización política, condujeron a ocho militantes, que charlaban animadamente sobre algunas tareas, a la pequeña cocina del segundo piso para acribillarlos sin contemplación alguna.
Allí murieron en el acto, Orfelina Sánchez, de 28 años, su cuñada María Concepción Bolívar, de 19 años, recién graduada de bachiller, el joven obrero Iriam Zuaga, de 30 años, la tesorera de la JUCO, Luz Marina Rodríguez, 21 años y estudiante de Química y Farmacia de la Nacional (en la foto), Pedro Sandoval, de 18 años, y pocas horas después, Marlene Arango Rodríguez, de 20, en una clínica.
Lía Hernández, otra militante de la JUCO, se salvó pues se encontraba en el tercer piso. La misma suerte corrió Rafael Bolívar (en la foto) pues las seis víctimas cayeron encima de su cuerpo protegiéndole así la vida.
Rafael era el esposo de Orfelina y hermano de María Concepción.
El crimen desató la repulsa nacional y todos los noticieros abrieron con esta noticia. El presidente Virgilio Barco se pronunció esa misma noche condenando los hechos.
"No prevalecerán quienes pretenden, por la amenaza y la barbarie, ahogar las opiniones y frustrar la armonía social", declaró.
La Unión Patriótica, por su parte, culpó al gobierno de la masacre en un duro comunicado que tituló "En Colombia si existe la pena de muerte".
"Estamos cansados de escuchar a los funcionarios del gobierno deplorar la muerte de nuestros hombres y mujeres pero sin tomar ninguna actitud seria", enfatizaba la UP.
En Bogotá, a pocas cuadras de la sede nacional de la JUCO, manifestantes quemaron un trolebús en la Av. Caracas con calle 24. Y decenas de militantes de la organización se tomaron las instalaciones de la cadena Caracol, por esos tiempos situada en la Av. 19 con octava.
Los lideraba José Antequera, secretario general de la JUCO, asesinado 16 meses después en Bogotá y siendo un destacado dirigente de la UP.
La masacre de la casa de la JUCO sigue en la impunidad. La vía que colinda la sede fue bautizada como "Calle de los Mártires de la Juventud"
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